4/15/2014

Un saludo…una evaluación

Roberto A. Zárate Córdova
Hace algunos días, caminando hacia el metro Potrero con los afanes del naufrago pero sin angustia ni congoja, sucedió: una nueva vuelta de tuerca.
Ilusionado ingrese en “Las Delicias de Amanda” esperando reincorporarme al mundo de los vivos cuando una esbelta y agraciada damita manotea y resopla. Los seres humanos somos “frágil brizna en las olas del tiempo”, me repetí para no inmolar mi ego ante el escollo que representaba tal situación.
Sin embargo, ella estaba en la barra y yo anhelaba alguna especie nutritiva del tacus placerus pues, al fin proyectista, importaba más el resultado que la explicación de la causa. No resistí más y Odiseo fue mi adjetivo en el Mar de los De Suadero.
En el arribo a la barra no capte el tono emocional de la afirmación: “usted fue mi profesor”. Pero pude percibir a la mujer madura que acompañaba a la sirena y la ternura con la cual se dirigía a esta. Después me enteraría que la delicadeza en el trato y la adhesión a los aspavientos de la joven eran justificadas.
El anhelo dirigía mis actos --campechanos con original y copia, por favor--. Y espere la materialización de la  “tabla de especificaciones” de mi diseño…y solo entonces el gesto nariz-mano me rebelo la identidad de la joven.
Era ella. Aquella delgadita y dulce alumna cuyo cumplimiento de tareas se determinaba en función del avance en la relación con el amigo, el prospecto o del novio que llegaba y permanecía en el salón como uno más del grupo. Sí, su mohín confirmo mi intuición.
Los tres platicamos, cotorreamos acerca del avance en los estudios, de los ‘consejos del abuelo’ y los sucesos entre los estudiantes naucalpenses y los químicos quienes no dejaron que aquellos tomaran las instalaciones de su facultad en “CU”. También nos inconformamos por la toma de la Dirección General del Colegio y con asombro conocimos los detalles en voz de quien en su vida escolar pasada no daba muestras de interés político alguno.
La madre observaba aquella plática de amigos, ocasionalmente intervenía para aprobar o suavizar el tinte emocional adherido a las afirmaciones de la hija y sopesar el verdadero sentido de la relación que ahora se revelaba. Creo que por ello con la mirada dirigida a mí, en una ocasión, pareció decir “gracias”. Todo esto a pesar de que hacía tiempo había concluido su correspondiente vianda.
Después la mujer gesticulo en relación a la necesidad de retomar el camino. Mi exalumna se despidió de mano y abrazo. Yo permanecí un tiempo más.
Hace tiempo como profesional de la enseñanza he iniciado la transición de la forma de evaluación tradicional a otra nueva. Es un cambio errático, con dudas y problemas pues no es fácil abandonar ciertas prácticas tradicionales pero, a momentos, el resultado es grato y tiene recompensas emocionales e intelectuales ¿Verdad?
En la lejana fecha del 2008 todavía con certeza establecía el nivel de desempeño escudriñando matemáticamente el aprovechamiento por el número de aprobados, el promedio numérico de las calificaciones obtenidas por los jóvenes aprendices y esto lo contrastaba con el resultado obtenido en el cuestionario de evaluación docente. El resultado era según esto mi evaluación.
Ya no más. Ahora mismo he narrado parte del distinto procedimiento de evaluación que estoy ensayando aunque he de advertir que no proporciona todavía puntos en la lista jerarquizada pero aun así lo pongo a consideración.
En efecto, el parámetro que uso es el siguiente: la falta de saludo de un (a) ex alumno (a) equivale a un muy mal curso; un saludo lejano y frio significa que fue un mal curso; el saludo cercano y cortes pero emocionalmente distante representa una clase regular mientras que el tratamiento que anteriormente te he narrado apunta a un buen desempeño y, por último, una grata conversación a modo de buenos amigos que se reencuentran expresaría un muy buen curso. Esto último todavía no logro obtenerlo pero ando en ello y anhelo pronto conseguirlo.
Sin embargo, todavía no logro entender con claridad algunos datos adicionales tales como el incremento en el volumen de la dotación de mi segunda ronda por parte del ahora amistoso taquero quien no sé si de este modo mostraba su propia conclusión al evaluar  la plática.
Fin de curso en el Taller de Diseño Ambiental

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